Solemos pensar que todo aquello que tenga una presentación en forma de crema, loción o champú es un producto cosmético, cuando no lo es. Da igual que esté envasado en un bote idéntico o que sea de venta libre sin receta, puede que lo que tengas delante sea un producto totalmente diferente, regulado por otra normativa y, evidentemente, diferente en cuanto a eficacia permitida.
A lo largo de los ejemplos veremos que salen a la luz cuatro tipos de normativas diferentes, cada una de ellas con sus características, restricciones y evaluaciones de seguridad y eficacia diferente.
Retinoides
La confusión sobre esta familia de la vitamina A es quizás el caballo ganador. Muchos influencers, prescriptores e incluso profesionales del sector en redes sociales aparecen mostrando estos productos sin saber realmente que lo que están enseñando no es un cosmético y, seguramente, no pueda ni publicitarse en redes sociales.
Dentro de los retinoides existen diferentes tipos de ingredientes, algunos de ellos, sujetos a receta médica o que corresponden a otro tipo de productos, los productos sanitarios.
- Cosméticos. Encontraremos derivados de la vitamina A como son los esteres de retinil, el retinol, y el retinaldehído. Los tres se pueden emplear en la industria cosmética y, por tanto, tienen una eficacia limitada. Independientemente de su concentración, seguirán siendo cosméticos. Aunque algunos fabricantes den exclusividad a clínicas, sigue siendo cosmético. Actúan en la epidermis gracias a la unión de los receptores de ácido retinoico como vimos en este artículo de hace unos años.
- Medicamentos. Aquí encontramos el famoso ácido retinoico o tretinoina, sujeto a prescripción médica (se necesita receta para poder adquirirlo en España). Suele ser un tratamiento estándar y habitual en la consulta de un dermatológo. Su precio es mucho más bajo que el de muchos cosméticos con retinoides, pero, no deja de ser un medicamento, cuya eficacia y seguridad está regulada bajo otra normativa. Dentro de los medicamentos, encontramos retinoides de 3º generación, como son el adapaleno o el tazaroteno, empleado en el tratamiento de psoriasis y acné. Ambos, medicamentos.
- Productos sanitarios. Aunque con el cambio de la nueva normativa a la que nos enfrentamos en productos sanitarios puede hacer que esto cambie, existe algún que otro producto sanitario que incluye ácido retinoico en su fórmula. En este caso, al tratarse de un producto que contiene un medicamento, lo clasificamos como producto de clase III, la más alta. Sin embargo, como hemos dicho, puede que, con la nueva normativa, pasen a ser clasificados de otra manera (medicamentos), ya que es un producto que contiene un principio activo.
Peróxido de benzoilo.
Como su nombre indica, es un peróxido con acción bactericida, antiinflamatoria y comedolítica, sin embargo, no se permite su uso para productos cosméticos. En ocasiones se combina en la fórmula con adapaleno para el tratamiento del acné.
En este caso, al contrario que ocurre con el ácido retinoico, es un medicamento que no necesita receta (OTC) y podríamos adquirir sin problemas en un establecimiento sanitario. ¿El problema? Que a no ser que sea por indicación profesional, seguramente estemos usando un medicamento que no necesitamos.
Ácido azelaico
Se emplea en el tratamiento de la rosácea y acné vulgar, y ayuda en las hiperpigmentaciones debido a la inhibición de la tirasonasa. Es un principio activo que encontraremos, no solo en medicamentos, también en cosmética.
En este caso pasamos a un tema regulatorio donde interviene el lenguaje, y es que dependerá de la finalidad de uso que quiera darle el fabricante. Por ejemplo:
- Si el ácido azelaico está destinado al tratamiento de patologías cutáneas, como la rosácea, hablamos de un medicamento. Un producto destinado a una enfermedad, aunque sea de la piel.
- Si por el contrario, está indicada para mejorar imperfecciones o tratamiento despigmentante superficial, hablamos de producto cosmético.
La reivindicación despigmentante también se debería analizar caso-por-caso, ya que en ocasiones como es el melasma o cloasma tenemos un componente hormonal, por lo que estaríamos de nuevo en un escenario donde la clínica cobra mayor importancia.
Tratamiento para los piojos y mosquitos
Es una de las dudas más habituales cuando llega el verano. Lo más sencillo para entenderlo es comprender para qué sirven estos productos, y cómo funciona cada uno de ellos.
Los productos destinados al tratamiento de piojos y mosquitos tienen dos objetivos:
- eliminan la plaga, es decir, esta ya está presente en el usuario antes de emplear el producto (piojos)
- repelen la plaga, es decir, evitan la picadura en el caso de los mosquitos
Como ves, la diferencia es notable, su modo de acción es diferente en función de la finalidad de uso.
A la hora de clasificarlos en las diferentes regulaciones tenemos 3 tipos de productos en el mercado, que difieren en su modo de acción:
- Medicamento. Productos destinados a eliminar la plaga y en ocasiones, las liendres (piojo, ladillas, etc). Tienen acción insecticida/pediculicida y actúan por acción química (vía farmacológica).
- Producto sanitario. Pueden ser igual que los medicamentos, productos destinados al tratamiento de plagas. La diferencia aquí esta en el modo de acción. En este caso, se realiza de manera física. Por ejemplo, cuando se asfixia a los piojos debido a la presencia de siliconas en un champú.
- Por último, tenemos los productos biocidas. Que repelen la plaga y evitan un tratamiento extra. Normalmente destinados a los mosquitos.
Un cosmético no tiene cabida en este tipo de productos debido a la definición de cosmético, cuya función no va más de perfumar, limpiar, o acondicionar la piel, entre otras.
Por tanto, si encuentras publicidad, o productos cosméticos que aseguran que son eficaces frente a los mosquitos o piojos de tus hijos, o
- te están vendiendo un producto cosmético que en realidad es un producto biocida, sanitario o medicamento, o
- te están vendiendo “humo»
Vaselina
La vaselina pura es uno de los productos todoterreno en el campo sanitario y se puede adquirir en farmacias y también en otro tipo de establecimientos.
Sin embargo, podemos encontrar diferentes tipos de productos. Cosmético, producto sanitario o medicamento. En este caso, como ocurre con el ácido azelaico depende mucho de la finalidad que quiera dar el fabricante al producto.
Por ejemplo, si queremos usar la vaselina para alivio sintomático en pieles secas, irritadas o agrietadas, o lubricante en tactos rectales y ginecológicos, será un producto que no podría comercializarse bajo la normativa cosmética, sino como medicamento. Su finalidad dista mucho de lo que indica la normativa cosmética. Si, por el contrario, está indicada para el acondicionamiento de los labios, evitar sequedad (que no aliviar como en medicamento), estaríamos ante un producto cosmético.
En estos casos, es cierto que la finalidad del producto va a determinar en qué normativa debe regularse cada producto y con ello las exigencias impuestas por cada normativa en cuanto a su documentación técnica.
Conclusión
En ocasiones, algo que parece un cosmético, como ves, no lo es. El desconocimiento de la regulación es un error en ámbitos profesionales, extrapolándose al consumidor. La finalidad de cada producto, dará lugar a una reivindicación u otra que determinará, entre otras, qué tipo de producto tenemos en el mercado.
No es un tema sencillo, y nos trae de cabeza en regulación, no obstante, es una de las partes más importantes a la hora de definir un producto. Está relacionado con los reclamos y reivindicaciones de los productos, el usuario final, y como hemos mencionado, la finalidad (¿para qué está destinado?).
Finalmente, los prescriptores, sobre todo sanitarios, en ocasiones reivindican propiedades que ni siquiera el fabricante realiza. En este caso, hay que tener aún más cuidado, por que estamos “inventando” algo que no esta demostrado por el fabricante, y de ser así, estaríamos hablando de otro tipo de productos cosméticos. Por ejemplo, afirmar que es un cosmético que ayuda frente al acné (patología cutánea).
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Referencias:
Foto de portada @unsplash
- Reglamento (CE) Nº 1223/2009 sobre productos cosméticos
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Reglamento (UE) Nº 528/2012 sobre biocidas
- Reglamento (UE) 2017/745 (Mayo 2021), Directivas 90/385/CEE y 93/42/CEE (derogada a partir de Mayo 2021)
- Reglamento (EC) No 726/2004 y Directiva 2001/83/EC
Como siempre una maravilla leerte. Lo explicas todo tan fácil! Me ha encantado el post. Gracias por hacernos llegar esta información. Un beso!
Muchas gracias Alicia! Me alegra que te guste! Un abrazo!
Por fin he encontrado un momento de calma para degustar esto post. ¡Muchas gracias por él, Raquel!
¡Gracias a ti Carolina por leer! 🙂